A Anye, Giova, Vicky y Anyi (en orden de aparición)
Tengo cuatro.
Son difíciles e increíblemente fáciles, básicas y complejas, distintas pero parecidísimas. Son unas niñas hasta que les toca ser mujeres y son mujeres hasta que se dan el chance de ser niñas. Son completas pero sienten que aún les falta algo. Son hermosas aún despeinadas y recién levantadas, y más hermosas aún cuando no han dormido.
Tengo una que no se cree la mitad de lo que es. Que duda y se esconde. Se aprieta las manos mientras habla, se enrosca, se interna, se da vueltas y vuelve a salir medio asustada. Ella se levanta diariamente entre millones de dificultades, se muestra vulnerable con los más cercanos, pero es una
piedra enorme para los demás, la gente confía en ella, le apuesta, la quiere, la admira... A ella le da terror, pero no corre, nunca corre, se planta y se levanta y se hace digna de todo lo que el mundo pueda darle.
Tengo otra que dice ser puro tamaño. Se ríe del mundo, se sonríe y camina segura, se ve como la vida se adapta a su paso. Abraza, ayuda, tiende manos infinitas, levanta, no duerme, sigue caminando y arrastra a los suyos a su lado. A veces llora y se pone mínima, tanto, que me cuesta encontrarla nuevamente, después de días la veo, sentadita en un rincón, con 5 años y los sentimientos más limpios que nunca. Entonces le tomo la mano (esa que me la ha tomado a mi mil veces antes) se levanta y decide ser una mujer un rato más,
una mujer ejemplar.
La tercera es infinita. Lleva viva miles de años. Conoce el mundo porque habla con él diariamente. Se para en las esquinas a darse tiempo de ver los edificios, toma fotos, se ríe, se enamora de las calles, luego las bota y se enamora de otras. Se tiende. El
corazón le late al ritmo que titilan las estrellas (sólo que la medicina no puede entenderlo, como nadie la entiende a ella). Ama intensamente, a diario. Escribe... y se esconde un poco detrás de las letras. Se apena. Se sonroja (pero no se nota). Tiene un ombligo, macanas y un culito.
Mi cuarta muñeca esta vestida de paciencia, de calma y de entereza. Camina pisando fuerte, porque teme que un obstáculo la agarre desprevenida y la tumbe. Se ve controlada en los momentos de mayor descontrol. Toma lo malo y lo bueno. Busca entender y aprender. Tiene sabiduría de siglos, aunque no le gusta aplicarla. Logra, obtiene, confirma, llega, se impone,
crece y te hace crecer. Se mantiene callada largos ratos, espera los mejores momentos para hablar, y después que empieza, nadie se atreve a callarla.
Tengo cuatro muñecas que son alegres aunque lloren desconsoladamente
A veces se les enredan los problemas y no saben al final si son suyos o míos,
o de alguna otra muñeca.