No le digas a nadie,
pero ayer,
mientras dormías,
conté las pecas de tus hombros.
Posé la yema de mi dedo índice
en cada una,
trazando entre ellas,
figuras imposiblemente hermosas.
Las moví de lugar,
las entrelacé,
hice con ellas una coreografía,
y al final, las escondí...
... de ahora en adelante, serán solo mías, aunque tengas que prestarme tu espalda para guardarlas.
1 comentario:
Yo alguna vez conté pecas y me las tuve que robar...Buen post!
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