viernes, 20 de febrero de 2009

Reflexiones de una hijita de papá y mamá

Vamos a dejar algo claro: yo NO nací en cuna de oro.

Yo soy de una familia a la que le faltaba la plata pero le sobraban las ganas.
Yo soy de una familia que me enseñó que pasar trabajo no te hace menos que nadie.
Yo soy de una familia que no me llenó de complejos, que no culpaba a Cisneros ni a Mendoza por fallas que venían de adentro.
Yo soy de una familia que nació a su vez en el valle, en un bloque que se amuebló con las bolas de un militar y una ecónoma sin título (a la que aún extraño) que rendía la quincena de una forma que ningún titulado hubiese logrado.
Yo soy de una familia que tuvo la certeza siempre de que lo importante era estudiar, era trabajar, era superarse.
Yo soy de una familia en la que los tres hijos fueron a la central a echarle bolas, y los tres se convirtieron en profesionales, sin culpar a Acción Democrática o a COPEI cuando les quedó una materia.
Yo soy de una familia que se superó a si misma día tras día, y que le echó bolas.
Yo soy de una familia que no recibió ni recibe limosna de nadie.
Yo soy de una familia en la que los padres siempre supieron que la educación iba por delante del carro del año.
Yo soy de una familia en la que se escucha Alí Primera, y en la que se canta Silvio Rodríguez en las reuniones.
Yo soy de una familia que aún no ha podido irse de vacaciones a Disney y que su primera visa la saco este año y está contenta y emocionada por ir a conocer a Mickey, porque no creemos que el sea el culpable de ninguna desgracia.
Yo soy de una familia de gente con bolas, que no necesitó ir a la universidad para darse cuenta de que el éxito está dentro de uno, y de que no existen mesías.
Yo soy de una familia que me hizo ser quien soy hoy.

Y por eso, hoy no me creo una revolución de muertos inocentes.
No me creo una revolución de palabras.
No me creo una revolución llena de vallas y de comerciales en Venevisión.
No me creo una revolución corrupta.
No me creo una revolución de mentiras.
No me creo una revolución que se basa en el miedo.
No me creo una revolución llena de lo que adversa.
No me creo una revolución llena de mañas.
No me creo una revolución de limosnas.
No me creo una revolución llena de complejos.
No me creo una revolución que juega con la necesidad de la gente sin darle soluciones reales.
No me creo una revolución en la que se denigra a los verdaderos revolucionarios.
No me creo una revolución sin revolución.

Así que adelante, llámeme hijita de papá y mamá, llámeme pitiyanqui y, como siempre jugando con los complejos, cúlpeme de adversar una revolución que no existe para generar odio hacia mi persona.

Pero más allá de eso: téngame envidia. Porque yo si estoy haciendo mi parte. Yo si estoy construyendo país. Yo si creo en lo que hago. Yo si estoy rodeada de gente a la que le verdad le importa Venezuela. Yo si creo hacer la diferencia. Yo si lo doy todo por mi revolución.

Yo si soy, de verdadita y sin sueldo, revolucionaria.

M.

1 comentario:

Sophie dijo...

Qué brutales tus palabras! Me gusta como escribes, pasaré más a menudo, saludos...